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La ética. Un nuevo elemento competitivo.

En un post anterior, ya argumenté sobre los resultados exponenciales que se pueden alcanzar implementando una cultura de innovación.

Se podría pensar que este tipo de crecimiento acelerado que estoy defendiendo no es deseable y atenta incluso contra conceptos en los que, en lo personal, también creo, como los relacionados con la sostenibilidad. En ese sentido, cabe hacer dos reflexiones.

Por un lado, este crecimiento exponencial puede ser más la causa que el objetivo último de un proceso de transformación como el que propongo. No se trata necesariamente de crecer a toda costa. El problema de fondo es más bien que si no generamos las estructuras adaptativas que nos permitan navegar en el mundo competitivo actual tal vez lo que esté en juego es el propio futuro de nuestras empresas. Si no para crecer, el cambio organizacional es en todo caso esencial para perdurar. Son múltiples las empresas, incluso sectores, que están siendo engullidos por el ritmo de cambio actual. En resumen, no se trata de devorar el futuro, sino de encontrar modos de adaptación. Es sólo que estos modos, como las especies mejor adaptadas de Darwin, pueden encontrar formas de prosperar, en un nuevo mundo, que son inimaginables a priori. El crecimiento exponencial sería más el resultado de la adaptación exitosa, que el objetivo fundamental de la misma. 

Por otro lado, y como argumento más adelante, creo que los nuevos enfoques organizacionales dan una nueva dimensión a la ética dentro de las empresas. Lejos de la imagen del tiburón de los negocios, las nuevas empresas buscan el compromiso de sus empleados tratando de asegurar, entre otras cosas, la adscripción a sus objetivos aspiracionales, que son normalmente éticos. 

Los nuevos directivos no tratan de destacarse hoy, en consecuencia, por su despiadada voracidad, sino más bien por su visión estratégica y su capacidad para liderar equipos comprometidos. Esto no garantiza necesariamente un comportamiento impoluto de las empresas, pero creo que, en gran medida, se pueden conseguir crecimientos acelerados sin renunciar a una ética fundamental. 

De otra manera, como he venido argumentando, las mejores empresas serán las que tengan a las mejores personas y éstas estarán más dispuestas a colaborar con las compañías cuyos objetivos sean más coincidentes con los propios. De aquí se deriva la importancia que muchas empresas están concediendo a la definición y seguimiento de misiones y valores coherentes. Por lo tanto, algunas empresas están empezando a competir no sólo en base a sus políticas y estrategias salariales, sino atrayendo a los mejores colaboradores con objetivos loables y consistentes. La ética ha entrado como un elemento competitivo en las empresas, lo que permite ser un poco optimista respecto al futuro, en un mundo que a veces da pocos motivos de esperanza. 

No soy, de todas maneras, completamente ingenuo. Este proceso, en todo caso, será muy gradual. Ya son numerosos los casos en los que empresas modernas han ocupado primeras planas por comportamientos claramente poco éticos: venta de datos, manipulación, explotación laboral, tácticas monopolísticas, evasión de impuestos, etc. Son prácticas que se han achacado a muchas empresas exponenciales y por las cuáles han tenido que responder, en uno u otro caso, empresas como Google, Amazon, Facebook o Microsoft, por poner algunos ejemplos.

No quiero decir con esto, por lo tanto, que las empresas van a ser ahora las referencias éticas del mundo. Tampoco van a heredar el rol que deberían seguir liderando gobiernos y sociedades civiles, aunque tal vez sí contribuyan de una manera algo más efectiva, para poder en definitiva atraer el talento que necesitan. En todo caso, la lección para los gerentes y directivos es que cuentan con un nuevo elemento que, tal vez, inadvertido en el pasado, está adquiriendo hoy una relevancia mucho más significativa: la ética. 

Sobre la ética y la influencia que tienen los valores y la misión de la empresa en la construcción de un equipo moderno, reflexiono en próximos posts y en mi libro “El bambú que quería ser enredadera. Gestión, reorganización y optimización de equipos para la transformación digital empresarial en Natura EST”. Véalo aquí

Jorge Melero

Jorge Melero

Jorge Melero es ingeniero industrial de formación, conferencista, docente y director general de una de las empresas más influyentes del sector de energías renovables en América Latina y España.

Poseedor de un MBA por la Heriot Watt University, ha dedicado su carrera profesional a ayudar a empresas del sector energético a expandirse y alcanzar niveles de crecimiento y excelencia operativa extraordinarios.

Su misión es inspirar a líderes, empresarios y profesionales para impulsar el cambio en la administración tradicional de la empresa hacia una gestión más eficaz para construir organizaciones modernas, éticas y con propósito.

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Jorge Melero es industrial de formación, conferencista, docente y director general de una de las empresas más influyentes del sector de energías renovables en América Latina y España.

Poseedor de un MBA por la Heriot Watt University, ha dedicado su carrera profesional a ayudar a empresas del sector energético a expandirse y alcanzar niveles de crecimiento y excelencia operativa extraordinarios.

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