Según nos cuenta Frederic Laloux en su interesante libro “Reinventar las organizaciones”, “Einstein sostuvo en una ocasión que no era posible resolver los problemas desde el nivel de conciencia del que habían surgido” (2017, pág. 21). Según este autor, “con cada nuevo estadio de conciencia humana, se ha dado también un paso adelante en nuestra habilidad de colaborar” (2017, pág. 31).
La tesis de Frederic Laloux es precisamente que la humanidad está transitando hacia un nuevo estado de conciencia. Algunas organizaciones, de manera aún no mayoritaria, están sabiendo ver esto e implementando nuevas formas de organizarse y colaborar más efectiva.
Esta visión es interesante. Si las nuevas formas de colaborar se derivan naturalmente de la adopción de diferentes estadios de conciencia y si, como dice Einstein, hay que adoptar estas diferentes perspectivas para resolver los problemas de hoy, todo proceso de cambio – como la transformación digital en las empresas- pasará por imbuir en los implicados este nuevo estadio de conciencia.
En el ámbito empresarial, este cambio de conciencia pasa por hacer entender que los métodos del pasado no son los óptimos. Hay que cambiar la manera de relacionarse a todos los niveles, estableciendo formas mucho más colaborativas, en las que el ego tenga menos protagonismo.
En todo caso, en esta serie de posts quiero reflexionar más bien sobre las características que deben tener los buenos gerentes y líderes en las empresas. Más allá de los procesos de transformación de las empresas, todo gerente -en realidad, todo profesional- que quiera mejorar, debe hacer un esfuerzo activo por conquistar nuevos y más amplios estadios de conciencia. Si no, como nos advierte Einstein, chocaremos con constantes muros en nuestra habilidad para modificar la realidad.
Cuando discutimos con alguien con quien no tenemos capacidad de llegar a un acuerdo, es muy probable que no haya espacio común entre los niveles de conciencia de ambas personas. Como habitantes de dos mundos separados, ningún camino conducirá al entendimiento. Muchas veces, las personas que hayan transitado por un camino de estudio y reflexión y hayan ampliado su estadio de conciencia, entenderán a quienes no lo hayan hecho, pero a la inversa no es posible.
Es necesario derribar los muros, atacar las causas que mantienen a la gente enclaustrada, porque sin ello nunca se avanzará hacia nuevas formas más efectivas.
Es difícil, no obstante, cambiar la visión de la gente. En último término, se trata de descubrir nuevos horizontes, pero hay personas que mostrarán la misma resistencia que si se les plantea una aventura planetaria. No tendrán más interés en viajar mentalmente, que en hacerlo físicamente. Hay gente que se mostrará combativa, resistente a abandonar lo que ya tan comúnmente se conoce como la zona de confort.
De todas maneras, el esfuerzo por ampliar la visión de nuestros equipos no es nunca en vano. A lo mejor no todo el mundo da el salto que esperamos, pero con que lo hagan algunos habrá valido la pena.
En todo caso, volviendo a las actitudes de los buenos gerentes, no está de más reflexionar sobre el hecho de que este ejercicio de conquista de nuevos estadios de conciencia es también un requisito indispensable para todo aquel que quiera ser un buen profesional. La manera de hacerlo pasa necesariamente por la formación. Sin duda, todo buen gerente debe tener la curiosidad y la pasión de querer mejorar y alcanzar un mayor entendimiento. Hay muchas maneras de formarse, pero sin duda la más fácil, económica y probablemente efectiva es leer; leer mucho y sobre muchas cosas. Es importante leer sobre empresa y liderazgo, pero también sobre otros aspectos. Un buen líder debe tener también una buena cultura.
De esta manera concluiré esta reflexión de hoy. He conocido a pocos profesionales que puedan llegar a la cima de su talento sin leer. A lo mejor si han llegado alto, especialmente en empresas tradicionales, pero eso no quiere decir que hayan sido los mejores profesionales que podrían haber sido. Este es, por lo tanto, un ingrediente imprescindible para ser el mejor profesional que uno puede ser, pero también una recomendación esencial para los equipos con los que uno trabaja.
Sobre cómo construir estos equipos, reflexiono extensamente en los próximos posts, así como en mi libro “El bambú que quería ser enredadera. Gestión, reorganización y optimización de equipos para la transformación digital empresarial”. Véalo aquí
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